jueves, 5 de octubre de 2017

El Enemigo del Arte Contemporáneo, en expresión del escritor argentino César Aira, manifiesta con frecuencia su inquina hacia una porción considerable del arte de nuestros coetáneos. Sin entrar en otros aspectos, sino solo en lo que se refiere al resultado de la creación artística, el origen de este rechazo probablemente se encuentra en la pretensión de juzgarlo con criterios válidos para el arte "tradicional", incansable en la búsqueda de la belleza de acuerdo a ciertos modelos estéticos más o menos cambiantes a lo largo de la historia. Criterios que habitualmente no son adecuados para el arte contemporáneo, donde lo esencial es la idea o significado que pretende encarnar y transmitirnos el artista con su obra, más allá de su mera expresión formal, tal como vino a razonar el filósofo estadounidense Arthur C. Danto. Una expresión formal que suele repugnar al Enemigo del Arte Contemporáneo, educado en los cánones tradicionales, pero incapaz o desganado para acercarse a lo diferente con una nueva mirada, que además suele requerir un esfuerzo de indagación y de reflexión.

Curiosamente, no pocos fieles seguidores del arte contemporáneo se rigen también por el viejo paradigma, aunque su actitud hacia los nuevos modelos estéticos (suponiendo que los haya) sea abierta y, digamos, tolerante. Al final, para muchos se acaba reduciendo todo a la falsa y cómoda disyuntiva "me gusta/no me gusta", sean detractores o acólitos.

Voy a ilustrar con un ejemplo lo que trato de explicar sobre el significado de una creación artística:

                Una obra de Rachel Sussman. Imagen: sitio web de la artista

Vemos la imagen y, tal vez, permanezcamos indiferentes (siempre y cuando no seamos un declarado Enemigo del Arte Contemporáneo). ¿Qué nos cuenta la obra? Lo primero que nos falta es el título, que nos puede ayudar (o no) a iniciar el relato. En realidad esta creación forma parte de un proyecto que Rachel Sussman (EE. UU., 1975) inició en 2015 llamado Pavimentos Kintsukuroi, palabra esta última que designa a una técnica tradicional japonesa para reparar con oro objetos de cerámica rotos. La artista se apropia de esta idea y la lleva a las calles, donde aplica a las grietas que encuentra en aceras, asfalto o solerías una resina vegetal y una mezcla de bronce y polvo de oro. Pero también, como en la imagen de arriba, realiza fotografías de las grietas, que luego pinta a mano con esmalte y polvo metálico. Sabemos el título y cómo lo ha hecho, pero aún es insuficiente. 

Mejor que nos lo cuente la propia Sussman: "Las grietas necesitan atención. Caminamos, andamos en bici o conducimos sin fijarnos en las superficies sobre las que aparecen hasta que llegan a una situación crítica. Dorarlas es ver lo que nos rodea de una manera distinta". Y añade: "Algo que se ha formado en el transcurso de unas pocas décadas nos sirve como recordatorio de que en la naturaleza los procesos siguen ocurriendo a nuestro alrededor, pero a un ritmo demasiado lento para que los podamos apreciar; es una escala diferente a la nuestra, más profunda".

Sabiendo ya todo esto es probable que la lectura de la obra sea otra bien diferente. Quiero destacar la consideración que hace la artista sobre los pequeños cambios que operan en la naturaleza a lo largo de dilatados periodos de tiempo. Que son, en definitiva, los responsables de la evolución de la Tierra, junto a otros que no menciona Rachel Sussman: los de carácter súbito o catastrófico, representados por erupciones volcánicas, impactos meteoríticos, grandes terremotos y tsunamis, crisis climáticas, ... Vamos entrando en materia

MATERIA 

Las piedras (rocas, minerales, fósiles) son la esencia de la que se nutre la geología. También, claro, están los sedimentos, a los que si todo les va bien (es decir, si no se erosionan antes) acabarán siendo piedra. La geología es una ciencia que, no conviene olvidar, tiene como objetivo principal, aunque no único, la reconstrucción de la biografía de nuestro planeta. Sin piedras ni sedimentos hay poca, o ninguna, historia que contar. 

Muchos artistas ponen el foco de su obra en los materiales que utilizan: sus texturas, geometría, colores y disposición aportan interpretaciones y sensaciones que aún han sido, a pesar de todo, poco exploradas. En algunas creaciones son las propias piedras sin labrar ni esculpir las que articulan el mensaje. Esta obra del danés Olafur Eliasson (Copenhague, 1967), de padres islandeses, pretende recrear el paisaje de las tierras altas de Islandia e interrogar al espectador sobre la separación entre la realidad y su representación. Quizá sepan de inmediato qué piedra ha utilizado:



                   Tres vistas de Your disappearing garden (Tu jardín desaparecido), año 2011, de Olafur Eliasson: durante su preparación, instalada en una galería y un detalle de la obra. Imágenes: sitio web del artista

En efecto, es obsidiana. Una piedra tan peculiar que ni siquiera es una roca convencional, sino un vidrio volcánico. ¿Qué significa esto? Que se trata de un material, una masa de lava, que al salir a la superficie se enfrió tan rápido que, prácticamente, no hubo tiempo para que se formaran cristales: es decir, que carece de una distribución regular y repetitiva en el empaquetamiento de la estructura atómica de sus componentes. Es lo que se llama también un sólido amorfo. Por el contrario, la inmensa mayoría de los minerales (que, a su vez, se asocian para formar rocas) son sólidos cristalinos cuyos átomos se organizan según un patrón tridimensional repetitivo. 

La obsidiana es, sin duda, un material natural que presenta numerosas singularidades. Me voy a centrar solo en una de ellas: su característico (aunque no único) color negro. Por varias razones. Porque de este color son las obsidianas de la obra de Olafur Eliasson. También por ser un aspecto, el color, que suscita numerosas polémicas, muchas de las cuales tienen que ver con la utilización de razonamientos carentes de soporte científico. Y porque he leído hace poco dos entradas en blogs de divulgación científica, de diferentes autores, que aportan erróneos argumentos, alguno un tanto estrafalario, para justificar su coloración. 

Además de la mayoritaria sílice (SiO2), cuyo contenido suele ser superior al 65% en peso, entre los componentes de la obsidiana también aparecen óxidos de aluminio, hierro, manganeso, sodio, potasio, titanio, etc. Hace ya tiempo, en 2007, Chi Ma, de la división de Ciencias Geológicas y Planetarias del Instituto de Tecnología de California, y otros colegas concluyeron que el color negro de la obsidiana provenía de la presencia de partículas micrométricas (milésima parte de milímetro) y nanométricas (millonésima parte de milímetro) de un mineral, la magnetita, un óxido complejo de hierro de color negro parduzco y brillo metálico. Cuanto más negra es la obsidiana, mayor es la abundancia de este mineral o más grandes son sus microcristales (siempre que sean superiores a las 15 micras). Estas inclusiones minerales las identificaron, principalmente, mediante microscopía electrónica de barrido. 

En definitiva, aunque la obsidiana es un vidrio, también contiene pequeñas cantidades de minúsculos cristales que juegan un papel decisivo en su color oscuro: 

                            Afloramiento de obsidiana en Inyo Craters (California, EE. UU.). Se aprecian claramente unos niveles alternantes de color negro y de color gris, debido a un bandeado de flujo que se origina por variación en la concentración de microcristales. Las manchas pardas están producidas por meteorización superficial. Foto: Daniel Mayer

Y hace relativamente poco tiempo, en 2016, Andrés Camargo (del Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la Escuela Naval de Posgrado, en Monterrey, California) y otros investigadores matizaron los anteriores resultados. En una muestra de obsidiana negra que analizaron, proveniente del estado norteamericano de Oregón, descubrieron que la masa vítrea, además de partículas cristalinas micrométricas y nanométricas ricas en hierro, también contenía otras ricas en aluminio, en calcio, en titanio o en sodio, en forma de óxidos y silicatos. Y todos estos microcristales, de variada composición química y tamaño, serían los responsables de la absorción de un amplio rango de longitudes de onda, proporcionando así el color negro a la muestra. En esta investigación, además de otras técnicas, resultó esencial la microscopía electrónica, tanto de transmisión como de barrido, para detectar las inclusiones minerales y sus principales componentes. 

En alguna otra ocasión mostraré ejemplos relacionados con los procesos y el tiempo en el arte contemporáneo, conceptos esenciales en geología. Mientras, finalizo con una obra que no se centra en la materia, sino en la representación de la materia

       Piedra de grafito (2014), de Mateo López. Grafito sobre papel, estructura de papel maché. Medidas variables. Foto: Galería Travesía Cuatro 

El artista colombiano Mateo López (Bogotá, 1978) la presentó en su exposición Casi un objeto, a la que subtituló Las cosas nunca son lo que parecen. Buena parte de sus obras son pura ficción, que también reflejan mucho de su impulso creativo: "El dibujo es una cosa que empieza en la cabeza, pasa por la mano, se dibuja, se recorta, se pliega, se arma y se vuelve un objeto tridimensional", ha dicho. Y así tenemos esta piedra, que en realidad es papel.

El artista ha usado un producto de base mineral, el grafito, solo para cubrir la superficie del objeto. Una sustancia natural que, cuando alcanza un elevado grado de cristalinidad, da lugar al mineral de ese nombre, consistente en hojas de anillos hexagonales ocupadas exclusivamente por átomos de carbono. Estas hojas se unen paralelamente unas a otras en una red cristalina tridimensional, con enlaces entre ellas muy débiles, razón por la que el grafito se separa, o exfolia, de una forma casi perfecta en láminas acordes con esos planos. Sin embargo, son más abundantes en la naturaleza otras formas escasamente cristalinas, también conocidas como "carbonos grafíticos" (graphitic carbons), que pueden contener, además del mayoritario carbono, ciertas cantidades de hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre. 

¿Y de dónde proviene el grafito? Principalmente de sedimentos ricos en materia orgánica de origen biológico, incluso del carbón, que han sido sometidos a metamorfismo, un fenómeno que se produce por aumento en las condiciones de temperatura y presión en el interior de la corteza terrestre.También se ha llegado a encontrar carbono grafítico y grafito cristalino ¡en partículas de polvo interplanetario, en la materia de los cometas y en meteoritos! Estos compuestos extraterrestres de carbono se crean en ocasiones por procesos de irradiación en el espacio, mientras que en otras son consecuencia del metamorfismo térmico sufrido por el material del que proceden. Que nadie se alarme: en estos casos son otras fuentes, distintas de las biológicas, las que suministraron el carbono.

Evocando la exposición de Mateo López, quizá nada es lo que parece :

                         Grafito (terrestre). Colección del Instituto de Mineralogía, Universidad de Tubinga (Alemania). Foto: H. Zell


NOTA: Esta entrada se ha publicado también en el sitio web NAUKAS, plataforma de divulgación científica en castellano. 


Próxima entrada: primera semana de diciembre 2017. Mientras, sean felices (con moderación).  

Materia: apariencia y realidad (del arte contemporáneo a la geología)

sábado, 5 de agosto de 2017

"Sin título", una obra de la eslovaca Mária Bartuszová (1936-1996), realizada en la década de 1980 con escayola y lajas de pizarra.


La roca que aparece en la foto de abajo es un granito de grano grueso, con cuarzo, plagioclasa y dos micas, biotita y moscovita, además de grandes cristales de feldespato potásico (son los que destacan por su mayor tamaño en la foto, de color blanco mate). Se localiza en el batolito de Cabeza de Araya (provincia de Cáceres, zona centro-occidental de España). Un batolito es un conjunto litológico que proviene de una masa de roca fundida, un magma, que se consolidó y cristalizó en el interior de la corteza terrestre; se caracteriza por ocupar una gran extensión e incluir, a menudo, rocas formadas a lo largo de varias decenas de millones de años.
Grandes cristales de feldespatos en un granito, incluido en el batolito de Cabeza de Araya (Cáceres, España). La regla que sirve como escala está dividida en centímetros. Foto: Joaquín del Val

Este granito, con cristales de feldespato que a veces pueden llegar a tener 10 centímetros, ha sido datado recientemente, junto con otros dos tipos de granito que también forman parte del mismo batolito, por investigadores de las universidades de Oviedo y Granada, con una edad en torno a los 308 millones de años (Rubio-Ordóñez y otros, 2016), correspondiente al final del Carbonífero. La edad se obtuvo mediante microsonda iónica de alta sensibilidad y resolución (SHRIMP, Sensitive High Resolution Ion Microprobe), un sofisticado equipamiento técnico para datar con gran precisión rocas y meteoritos con el que cuenta la Universidad de Granada, el primero de estas características que se instaló en la Unión Europea.  

En el Monumento Natural Los Barruecos (Malpartida de Cáceres), incluido en este extenso cuerpo rocoso de Cabeza de Araya, se aprecian unas llamativas morfologías en el conjunto granítico. Este tipo de modelado está controlado por la separación y geometría de las fracturas. Pero no solo: también por la proporción, tamaño, disposición y tipo de minerales existentes. Los feldespatos, que aquí son tan grandes y abundantes, son los primeros en alterarse químicamente en contacto con el agua y transformarse en arcillas, lo que facilita que el resto de minerales se puedan desprender. 

Las partículas desprendidas van cubriendo la roca sana y permiten que el agua siga infiltrándose, tanto a través de ese manto arenoso de partículas como por las fracturas de la propia roca subyacente. El proceso de meteorización progresa en profundidad, ya que se ve favorecido, precisamente, porque esa cubierta arenosa permite al agua estar mucho más tiempo en contacto con la roca. Y cuanto más tiempo de contacto del agua con la roca, mayor es a alteración. Así se crean estas espectaculares formas: enterradas bajo esa arena, o lehm granítico. Las formas de la roca solo acabarán mostrándose cuando ese manto de partículas desprendidas (de hasta varios metros, o decenas de metros en climas muy húmedos) sea eliminado por erosión: 
Peña La Seta (Los Barruecos, Malpartida de Cáceres, España). La forma en hongo o seta se produjo bajo una cubierta de arenas de alteración, que permitió acumular mayor cantidad de agua en su parte inferior (donde ahora está el pie de la seta). Este modelado aparece salpicado por formas menores posteriores (oquedades o "tafoni"). Foto: Joaquín del Val

Hard Water (Agua dura), año 2004, de Zeger Reyers. Platos llanos y de postre acumulados desde el suelo hasta el techo, 3,5 m de altura, 3 m de ancho y 1 m de profundidad. El artista (Voorburg, Holanda, 1966) cuenta: "Si puedo experimentar en mi estudio con los elementos que me gustan, me siento un hombre libre". Esta obra es una reflexión del autor sobre la vulnerabilidad de nuestro frágil e inestable entorno artificial. Muchas de sus creaciones se centran en la transición entre la existencia y su desmoronamiento o descomposición 

El Bolo (Los Barruecos, Malpartida de Cáceres). Dos familias de fracturas, organizadas en sistemas perpendiculares entre sí y con una separación similar entre ellas, han facilitado su geometría redondeada: las fracturas definían un gran bloque de roca en forma de dado, enterrado bajo una capa de arenas de alteración; la capa de alteración fue progresando de forma lenta y homogénea a expensas del bloque, suavizando así sus caras y aristas. Finalmente las arenas de alteración se perdieron por erosión. Foto: Joaquín del Val 

Europa, del artista digital checo Filip Hodas (Praga, 1992). En una entrevista publicada a principios de 2017, comentó: "Normalmente intento combinar objetos o entornos de apariencia realista con elementos surrealistas, insólitos o sencillamente algo distintos [...]. Muchas veces la reacción en cadena generadora de ideas se inicia a partir de un pequeño detalle". Para crear sus mundos, usa los programas Machine, Octane y, sobre todo, Cinema 4D

Volvamos al granito. Para que se inicie su meteorización, este tiene que llegar a superficie. Porque hay que tener en cuenta que la cristalización del magma, y la consecuente formación de la roca, ocurre a profundidades considerables, habitualmente entre 3 y 20 kilómetros (donde no actúan los procesos de meteorización, debido a la ausencia del aire y agua atmosféricos). Y solo podrá aflorar este granito tras la erosión de ese enorme volumen de material que lo cubre, favorecida a menudo por la elevación de amplias áreas de la corteza terrestre a causa de la actividad tectónica.


La antigüedad del granito de Los Barruecos, esos 308 millones de años, indica la fecha el episodio de solidificación en profundidad. Pero ¿desde cuando están expuestos estos grandes pedruscos en superficie? Para saberlo (y, de momento, no lo sabemos) habría que utilizar una técnica de datación conocida como cosmogénica. Dicha técnica está basada en el análisis de ciertos isótopos existentes en la parte más superficial de los sedimentos y rocas, que se originan por efecto de la radiación cósmica. Isótopos que, lógicamente, solo se empiezan a producir cuando la roca está al aire libre, sometida ya a esa radiación. Con este método se pueden llegar a determinar edades de exposición al aire libre desde hace un centenar de años hasta, en el mejor de los casos, algunas decenas de millones de años (aunque con las técnicas más usuales y extendidas "solo" se llega hasta los 5 millones de años). El lector interesado encontrará en este artículo de Ivy-Oschs y Kober (Escuela Politécnica y Universidad de Zúrich, Suiza) las bases conceptuales y ejemplos de datación de distintos tipos de superficies y paisajes rocosos. Uno de los tratados más completos que existen sobre estas y otras aplicaciones de los isótopos cosmogénicos en ciencias de la Tierra es obra de Tibor Dunai, del año 2010, profesor de Geomorfología en la Universidad de Edimburgo (Escocia, Reino Unido). 

          La Pedriza (Manzanares El Real, Comunidad de Madrid, España), un singular paisaje granítico que es, además, la mejor zona de escalada en roca en las proximidades de la ciudad de Madrid y una de las más apreciadas para esa actividad en toda la península ibérica. Foto: Joaquín del Val

Las diaclasas, fracturas sin desplazamiento, pueden llegar a presentar en detalle una gran complejidad en su geometría y disposición. Sobre la foto anterior, he marcado con línea azul diaclasas horizontales, verticales y oblicuas. Las líneas rojas representan diaclasas de trayectoria curvilínea que, cuando son más o menos paralelas a la superficie (líneas rojas discontinuas) dan lugar a losas curvadas llamadas lajas o lanchas: son muy típicas en La Pedriza y son responsables, en gran parte, de su característico modelado. Imagen: Joaquín del Val 

Paisaje en la montaña roja, año 1962, del pintor chino Lui Shou-Kwan (Guandong, 1919 - Hong Kong, 1975). Tinta china y color sobre papel, 44 x 47 cm. Esta obra está muy probablemente inspirada en un paisaje granítico. Mi sospecha obedece a dos motivos. El primero es que las formas del cuadro son muy típicas en granito (aunque no exclusivas de estas rocas), cuyo modelado en este caso estaría condicionado por fracturas verticales. El segundo motivo es la abundancia de granitos en Hong Kong, territorio en que vivió el pintor desde 1948 hasta su muerte

       
       Próxima entrada: primera semana de octubre, 2017. Mientras, sean felices (con moderación). 
  

De los minerales a las formas

jueves, 8 de junio de 2017

Apenas nos hemos dado cuenta. Pero la visión que tenemos de nuestro planeta, la Tierra, ha cambiado drásticamente desde los primeros satélites artificiales, utilizados hace ya cerca de setenta años para estudiar las capas altas de la atmósfera, hasta nuestros días. Meteorología, oceanografía, agronomía, dinámica vegetal, hidrología, cartografía y geodesia, geología y muchos otros aspectos del conocimiento han avanzado enormemente gracias a los datos aportados por la instrumentación a bordo de los satélites.

En el año 2011 el Instituto Alemán de Investigación en Geociencias (German Research Centre for Geosciences, GFZ), situado en la ciudad de Potsdam, elaboró un nuevo modelo de geoide, el cuerpo geométrico definido en base a las variaciones del campo gravitatorio de la Tierra. Estas variaciones no solo son debidas al mayor achatamiento en los polos, sino a una desigual distribución de masas en continentes, océanos y en el interior del planeta, así como a variables relacionadas con el clima, como el balance de agua en los continentes y el deshielo de los glaciares.

     Modelo EIGEN-6C del campo gravitacional de la Tierra, más conocido como la patata de la gravedad de Potsdam. Se elaboró a partir de los datos instrumentales proporcionados por los satélites LAGEOS, ERS, CHAMP, GRACE y, especialmente, GOCE, de la Agencia Espacial Europea. También se tuvieron en cuenta datos de superficie de altimetría y gravimetría. Imagen: German Researh Centre for Geosciences, GFZ

Muchas características de este modelo pueden atribuirse a rasgos con expresión en superficie, como las grandes cordilleras o las dorsales oceánicas. Otras, en cambio, pueden estar relacionadas con densidades inusualmente altas o bajas en el interior terrestre. Este tipo de modelos también ayuda a evaluar cambios que se producen en la superficie de la Tierra, como los relacionados con el derretimiento del hielo en los polos y glaciares o las modificaciones de las corrientes oceánicas. 

Este (relativamente) nuevo modelo de 2011 presenta una resolución espacial cuatro veces mayor que la anterior patata de Potsdam, la del año 2005 que aparece aquí abajo: 

Esta es la anterior patata de Potsdam, del año 2005. Los colores rojos indican áreas donde la gravedad es ligeramente más fuerte que la normal, mientras que los colores azules indican zonas donde la gravedad es ligeramente más débil. Este modelo se elaboró solo con las medidas facilitadas por los satélites GRACE (NASA y Agencia Espacial de Alemania) y CHAMP (Alemania), así como con datos de superficie. Imagen: German Research Centre for Geosciences, GFZ 

    Geoide (detalle), obra de Salim Malla. Técnica mixta, atlas,hierro, 40 x 25 x 25 cm. Año 2014

Esta obra, Geoide, es una mirada al planeta, pero construida al revés: un atlas se basa en pasar de una forma física a una figura matemática, y de una esfera al plano; aquí el artista se ha servido de láminas planas de un atlas para la reconstrucción tridimensional del planeta: o, mejor dicho, una abstracción geométrica del mismo. Todas esas abstracciones que hacen que tengamos, también, modelos mentales de un mundo que no podemos abarcar, pero que continuamente nos lo imaginamos a través de sus representaciones.

Salim Malla (Vitoria-Gasteiz, España, 1976) manifiesta a través de sus obras el interés por cuestionar los medios y formas de conceptualización del territorio de los que se vale el ser humano: "Me interesan las limitaciones de los sistemas de observación, representación y acotación del espacio, las incertidumbres que contienen las múltiples teorías y leyes científicas implicadas, así como las relaciones de fuerza que se establecen entre el hombre y la naturaleza a través del desarrollo técnico y científico. Construyo objetos de forma artesanal a partir del desarrollo conceptual de estas ideas, artefactos que combinan diferentes medios como la escultura, la fotografía o el grabado".

Otra perspectiva bien diferente es la que aporta el fotógrafo estadounidense Michael Benson (1962). Sus imágenes son una mezcla de lo que él considera arte, ciencia y tecnología fotográfica. Imágenes poéticas y precisas que ilustran a menudo artículos científicos y noticias de exploración espacial. Las compone a partir de las bases de datos de fotografías sin tratar de la NASA y la Agencia Espacial Europea, que selecciona, corta, combina y recompone en mosaicos fotográficos:

La Tierra sobre el horizonte de la Luna, de Michale Benson, año 2016, 249 x 183 cm. La imagen la compuso a partir de fotografías realizadas el 15 de octubre de 2015 por la cámara de la sonda espacial estadounidense Lunar Reconnaissance Orbiter 

El artista franco-argelino Fayçal Baghriche (Skikda, Argelia, 1972) expresa su forma particular de ver el mundo, a veces como si este fuera un escenario de ciencia ficción: "Mis obras se basan a menudo en gestos fundamentales: sustraer, invertir, acelerar,... Un globo que gira tan rápido que no se pueden distinguir los contornos de los continentes, banderas enrolladas sobre sí mismas que no dejan mostrar más que la parte roja que las compone, un vídeo en el que está invertido el curso del tiempo..." (de una entrevista de 2009, publicada en Revue Laura, número 8). 

Un planeta, la Tierra, que gira a una velocidad superior a la nuestra: 
Souvenir, de Fayçal Baghriche, año 2009. Globo terrestre iluminado y motor, 150 cm de diámetro y 180 cm de alto

La británica de origen palestino Mona Hatoum (Beirut, Líbano, 1952) utiliza con frecuencia objetos y utensilios domésticos en sus obras, con los que busca nuevas formas de pensar sobre lo cotidiano. 

En una entrevista con Fietta Jarque en el año 2010, Mona Hatoum contaba: "La asociación de ideas y objetos siempre tiene muchas lecturas, casi tantas como personas. Hay una carga emocional que les da otros significados.El surrealismo me ha enseñado que hay que ver debajo de la superficie de las cosas [...]. Pero fue el descubrimiento del minimalismo cuando era estudiante lo que realmente me marcó. Tanto como el modernismo y el arte conceptual. El pensamiento riguroso, lo cerebral que logra su expresión por encima de lo meramente visual. En realidad soy el tipo de persona a quien le gusta que su obra tenga de todo: que sea visualmente atractiva, que te llegue tanto a nivel físico como emocional y que también te haga pensar. Si logro que cada una de mis obras funcione a cada uno de esos niveles, me siento satisfecha". 

      
  
Hot Spot III (punto caliente), de Mona Hatoum, año 2009. Acero inoxidable y tubos de neón, 234 x 223 x 223 cm. (Fotos: arriba, Nadine Averink, vía Les arts plastiques à Paul Claudel-d'Hulst; abajo, Nick Malyon, vía The original Neonneon

La obra, Hot Spot, le vino a Mona Hatoum a la mente en 2006, cuando Israel bombardeó Líbano. Y pensó que los puntos calientes ya no están restringidos a ciertas partes del mundo, sino que abarcan todos los continentes, tal como los ha destacado con neón rojo en este peculiar y elegante globo terráqueo. Lo que también contrasta, y enlaza, con el concepto de "punto caliente" (hotspot) cuando nos referimos a nuestro planeta como entidad física. 

El término "punto caliente" se introdujo en la teoría de tectónica de placas para explicar el volcanismo anómalo: el que ocurre lejos de los límites de placas (Hawái o Cabo Verde, por ejemplo) o el que se manifiesta en cantidades excesivas a lo largo de las dorsales oceánicas (Islandia). El geofísico estadounidense W. Jason Morgan formuló, en 1971, la hipótesis de los puntos calientes alimentados por penachos o columnas de material del manto terrestre a alta temperatura, que tendrían su origen en el límite entre el manto y el núcleo terrestres (es decir, a 2.900 km de profundidad), idea que ya fue sugerida ocho años antes por el geólogo canadiense Tuzo Wilson. En esa época empezaba a consolidarse, aunque con no pocas resistencias, el modelo global de tectónica de placas.

El origen de los puntos calientes, sin embargo, sigue siendo controvertido: una parte importante de los mismos podría explicarse mediante un estiramiento litosférico que facilita, a través de fracturas profundas, la formación y ascenso de roca fundida, o magma, a la superficie; en otros casos, sin embargo, estos puntos representan claramente la subida de material profundo desde la base del manto inferior, a través de los denominados penachos térmicos.

Fragmento de mapa del mundo en el que he señalado algunas áreas volcánicas cuya génesis se ha propuesto en ocasiones como debida a puntos calientes (hotspots) por efecto de penachos térmicos, aunque actualmente se considera que no todas ellas responden a este modelo (Canarias, por ejemplo). El mapa base, con los límites de las principales placas, proviene del editado en 2006 por USGS (Servicio Geológico de EE. UU.), Smithsonian Institute y U.S. Naval Research Laboratory  


"Veo, en un artículo sobre la producción reciente de un joven artista, la foto
de un montaje de arena en el piso. ¿Cuál es la obra? Puede ser arena del Sinaí
transportada a un museo de Alaska, o la idea es que los espectadores 
la desparramen, o se sienten encima,
 o se lleven un granito cada uno, o puede estar tapando una escultura de Brancusi...
No se puede fotografiar un concepto".
(César Aira, Sobre el arte contemporáneo, 2016) 

      
Próxima entrada: primera semana de agosto de 2017. Mientras, sean felices (con moderación).

    

La patata de Potsdam y otras miradas al planeta

sábado, 1 de abril de 2017


En esta ocasión he decidido meterme en el barro (lo cual, por otra parte, me encanta). Nadie mejor para empezar que con el artista catalán  Pere Noguera (La Bisbal de l'Empordà, provincia de Girona, 1941). Con una mirada tremendamente personal y centrada en el proceso artístico, más que en el resultado, Pere Noguera trabaja a menudo con un material tan común como es esa mezcla de tierra y agua, utilizándola como si fuera una pintura o un recubrimiento y espera como un simple observador el resultado del experimento: al secarse, las grietas aparecen en el fango (¿al azar?), creando nuevos significados. Un simple mapa cuarteado que da lugar a nuevas geografías y es, también, metáfora del paso del tiempo y de, tal vez, la arbitrariedad de las fronteras y de los territorios político-administrativos.
Mapa d'Espanya (Mapa de España), de Pere Noguera, año 1979. Tinta impresa y barro montados sobre madera, 26 x 34,5 cm. Obra de la colección del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona)

Imagen de la península Ibérica del espectrorradiómetro incorporado al satélite Aqua, durante una ola de calor el día 1 de julio de 2004, que refleja la temperatura de la superficie terrestre: los colores rojos claros indican las temperaturas menos elevadas y los colores rojo-negruzcos las más altas, que ese día llegaron a ser de 59 ºC en la superficie del suelo, con temperaturas en el aire superiores a 40 ºC (imagen NASA, Earth Observatory)    

En la naturaleza, se observa el proceso con el que experimenta Pere Noguera: cuando el agua desaparece de la superficie en depresiones, áreas llanas o embalses con sedimentos acumulados de grano fino, los minerales arcillosos la retienen aún en gran cantidad. Si se produce una intensa evaporación, el material se contrae por pérdida de volumen y se generan esfuerzos que se liberan a través de la rotura del sedimento. Las grietas se manifiestan en la parte superficial, donde el material se seca más rápido que en los niveles subyacentes. Y a menudo se repiten este tipo de imágenes cuando se habla de sequía: 

  Grietas de desecación (mud cracks o desiccation cracks), con un característico patrón en polígonos de pocos lados: en este caso, la mayoría son de 4 o 5 segmentos, aunque se puede identificar alguno de tres. La foto está tomada en la llanura de inundación del río Guadiamar (Sevilla, España), pero no en verano, sino en diciembre de 2009  (foto: Joaquín del Val) 

Pere Noguera, en una entrevista publicada en 2013 en la revista Situaciones, contaba: "Quizás una de las claves es la de darse cuenta que el arte puede estar en cualquier cosa y en cualquier lugar y a partir de ahí generar nuevos procesos [...]. Por otra parte, mi relación con el arte y la cultura se podría decir que es mucho más física y visceral que intelectual y que parto siempre de la realidad para realizar un acto más poético que estrictamente comunicativo [...]. También he sido un artista bastante solitario en la búsqueda de mi camino. No he estado demasiado interesado en los grupos organizados, como otros artistas de mi generación". Y, sin embargo, la influencia que ha ejercido en artistas más jóvenes, como en el mexicano Bosco Sodi, es indiscutible. 

Sabates cobertes de fang (Zapatos cubiertos de fango). Pere Noguera, 1982. De esta técnica artística, la "enfangada", que ha utilizado en muchas de sus obras, ha dicho: "El paisaje vuelve una y otra vez mezclado con la idea del monocromo, que siempre ha sido importante para mí. En una enfangada no ves los objetos, pero los reconoces" 

El agrietamiento del suelo supone, desde el punto de vista edafológico, una alteración en el transporte de humedad y nutrientes hacia las raíces de las plantas, empeorando así sus propiedades agrológicas. Las grietas también pueden modificar negativamente la capacidad portante y la estabilidad de las cimentaciones y afectar a algunas de las propiedades mecánicas de los suelos, especialmente a su resistencia: en este sentido son parámetros críticos el espaciado entre las grietas, la conexión entre ellas y la profundidad que pueden llegar a alcanzar. Los interesados pueden ver, al respecto, este artículo de Hervé Peron, del Laboratorio de Mecánica de Suelos de la Escuela Politécnica de Lausana, Suiza, y otros, publicado en 2012.

Por ello es de gran interés conocer cómo se desarrollan, a qué velocidad se propagan y qué modelos geométricos adquieren las grietas. Las características físico-químicas y mineralógicas del sedimento, así como la temperatura y porcentaje de humedad parecen ser los factores que controlan el proceso. Ensayos de campo, modelos de laboratorio y modelos matemáticos son las principales herramientas de investigación para comprender y predecir este fenómeno. En cualquier caso, es un tema de gran complejidad por la cantidad de variables que intervienen y las modificaciones que genera cualquier pequeña heterogeneidad. 
Ejemplo de simulación de grietas en barro y de su desarrollo a lo largo del tiempo, mediante métodos de computación gráfica. Realizado por Hayley Iben y James O'Brien, de la Universidad de California-Berkeley, en 2006 

No sólo, claro, este tipo de grietas afectan al barro, sino también a otro tipo de sustancias. Como, por ejemplo, al óleo. En un trabajo de muy reciente publicación, de enero de 2017, el investigador chileno Juan César Flores (Instituto de Alta Investigación, Universidad de Tarapacá, Arica) muestra los resultados obtenidos sobre el estudio de las grietas en el famoso cuadro La joven de la perla. El estudio combina el análisis teórico junto con métodos de computación gráfica para el tratamiento de la imagen. Con todo ello establece las ecuaciones que rigen los patrones geométricos de rotura, que serían función del espesor de la capa de óleo: la mayor densidad de grietas, con polígonos más pequeños, se debería a un menor grosor de la pintura, que seca más rápidamente. 

Aunque haría falta un estudio tridimensional de la pintura para comprobar la correcta relación numérica que establece, teórica, entre densidad de grietas y espesor de óleo, se abre una nueva e interesante línea de investigación aplicada a la conservación y restauración de obras pictóricas. 
Imagen parcial de La joven de la perla (hacia 1665-1667), del pintor flamenco Johannes Vermeer, junto a un modelo de grietas de desecación que aparecen en el rostro de la chica. La menor densidad de grietas en la mejilla derecha (en la que no se ve el pendiente) que en la izquierda podría ser debida a un mayor grosor de la capa de óleo: Vermeer habría agregado más pintura para iluminar ese lado de la cara, de donde viene la luz. Imagen ® Royal Society of Chemistry, vía Chemistry World

El estadounidense Erik Sommer (Duluth, Minnesota, 1978) parece querer retratar en sus obras, sean lienzos o esculturas, la degradación, el abandono o el olvido de lugares y espacios. Pero esas grietas, malditas en muchos cuadros, son en los suyos vibrantes, casi hipnóticas protagonistas:
 Your favourite song (Tu canción favorita) 3 y 4, de Erik Somer. Ambos cuadros, de 30 x 20 cm, realizados con yeso, óleo, acrílico y cemento sobre lienzo

Las grietas de desecación también aparecen, por supuesto, en el registro geológico. Cuando es así sabemos que el antiguo barro, ahora piedra, estuvo expuesto al aire libre. A veces, además de las grietas poligonales, encontramos otras sorpresas: 



Sobre el barro húmedo, que más tarde se secó y agrietó, caminaron dinosaurios y dejaron sus huellas. En este caso, las fotos de detalle de las icnitas (huellas fósiles) corresponden a un dinosaurio ornitópodo (con cadera de ave), bípedo y herbívoro; la roca, un bloque caído del acantilado, es una caliza margosa de la Formación Tereñes (Jurásico Superior, hace unos 155 millones de años). Acantilados de Tereñes, al oeste de Ribadesella (Asturias, España). Fotos: Joaquín del Val

Viajando en busca de estas grietas podemos llegar hasta Marte. El robot Curiosity, de la NASA, ha permitido obtener unas impresionantes imágenes en las que se pueden ver lo que serían, como escenario más probable, las primeras grietas de desecación detectadas hasta ahora en ese planeta, sobre una pequeña losa de roca. Los sedimentos originales habrían tenido, por tanto, una cierta cantidad de agua: aunque, eso sí, se estima que la roca es de hace más de 3.000 millones de años. Los polígonos cerrados por las grietas son, en su mayoría, de 4 y 5 lados.
        Probables grietas de desecación en esta losa de roca marciana. El ancho de la vista corresponde a unos 90 cm y se ha realizado a partir de la combinación de tres imágenes tomadas por el robot Curiosity. Imagen NASA/JPL-Caltech/MSSS

Finalizo con la artista estadounidense Alice Aycock (Harrisburg, Pensilvania, 1946). En una de sus obras iniciales, que ha rehecho y expuesto de nuevo hace pocos años, una red en ángulos rectos contrasta con la geometría de las grietas de desecación. Lo aleatorio (o no tanto) en el barro se encuentra con la barrera de los tabiques. El rojo de la arcilla y sus grietas intentarán ganar la partida. Veremos.

Clay 2 (Arcilla 2), de Alice Aycock, 1971-2012. Detalle y vista del conjunto instalado en la exposición "Ends of the Earth: Land Art to 1974", celebrada en 2012 en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, California. Obra realizada con arcilla mezclada con agua en una estructura de madera, formada por 16 elementos de 121 x 121 x 165 cm (foto de detalle: Maximilian Geuter; foto de conjunto: Brian Forrest)
    
Próxima entrada: primera semana de junio de 2017. Mientras, sean felices (con moderación).
   
   
 

El barro se agrieta

jueves, 2 de febrero de 2017

Stone Part 1, del fotógrafo sueco Tommy Ingberg. 

"Un pedrusco ignorado de todos,
al que no salpique la estupidez de los hombres,
esa quisiera que fuera mi patria"
(José Hierro, final de su poema Contra las patrias).

Hace casi cincuenta años, en 1969, Michael Heizer (Berkeley, California, 1944), pionero del land art  y conocido por sus esculturas y trabajos de tamaño monumental con rocas y tierra, tuvo un sueño: colocar una gran roca, de 120 toneladas, encima de una zanja excavada en el lecho de un lago seco, para que los visitantes pudieran mirarla como si estuviera flotando por encima de sus cabezas. Sería una forma de homenajear y actualizar la tradición de los antiguos monolitos, aportando una nueva perspectiva. Pero, tras excavar la zanja, el brazo de la grúa que intentó levantar la piedra se rompió y el proyecto quedó estancado por falta de presupuesto.

En 2005, después de una voladura en una cantera del condado de Riverside, a 100 kilómetros al este de Los Ángeles (EE. UU.), Heizer encontró otro pedrusco, aunque mucho más grande, de 340 toneladas, compacto y sin fracturas. Esta vez contó con la entusiasta colaboración del director del LACMA (Los Angeles County Museum of Art) y su capacidad para buscar financiación al proyecto. Siete años después, tras mucha determinación, se materializó su fantasía. Heizer: "Me gusta imaginar mis esculturas como elementos arquitectónicos". "No soy bueno haciendo cosas pequeñas".
 Esquema preliminar, realizado por Michael Heizer en 2011, de Levitated Mass (Masa levitada). Este artista es uno de los que más ha contribuido a cambiar nuestra forma de pensar en relación al emplazamiento, escala y accesibilidad de las obras de arte

 Levitated Mass, de Michael Heizer. La obra fue finalmente colocada en el exterior del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (EE. UU.), en junio de 2012. El bloque, de 340 toneladas, se apoya sobre un canal de hormigón de 139 m de longitud y está anclado para evitar su desplazamiento o caída, teniendo especialmente en cuenta que esa ciudad se encuentra en una zona de considerable actividad sísmica. El bloque es una roca plutónica (consolidada y enfriada a partir de un magma, o material rocoso fundido, en el interior de la corteza terrestre) de la familia de los "granitos": en concreto, una diorita (foto copyright: Frederic J. Brown/AFP/Getty Images)
Bloque de granito empotrado en las paredes del arroyo de la Calzadilla (cascada de El Chorro en Almadén de la Plata, Sevilla, España). El sustrato, de tipo granítico, está atravesado por diques verticales de diabasa: una roca casi volcánica (el término técnico es subvolcánica o hipoabisal), ya que se consolida a escasa profundidad de la superficie, a menos de 3 kilómetros, a partir de un magma. Precisamente el arroyo aparece aquí encajado sobre uno de esos diques, aprovechando la menor resistencia relativa de estos. El bloque procede de caídas de laderas próximas y posterior arrastre del arroyo (foto: Joaquín del Val)

El canadiense Darrell Petit (Montreal, 1960) busca en sus esculturas un diálogo con las piedras, creando obras en las que intenta siempre resaltar sus peculiaridades. En una entrevista del año 2005 contaba: "Mi trabajo es una interacción directa con la roca. He trabajado en canteras por todo el mundo para adquirir un mejor conocimiento del material y del proceso, para sentir el ambiente que me permite crear mis esculturas".

Darrell Petit realizando un flameado, un tipo de acabado que proporciona una superficie rugosa al granito y aumenta su estabilidad de cara a la alteración atmosférica. El flameado no deja manchas ni cambia el color de la piedra

Kiss (Beso), de Darrell Petit, año 2008. La escultura está formada por dos bloques contiguos que se tocan en su parte superior. El mayor de ellos mide 5 metros y pesa 25 toneladas; el menor presenta una altura de 4,5 metros y un peso de 19 toneladas. La roca es un granito, de grano medio a grueso, procedente de la cantera Stony Creek, situada en Brandford (Connecticut, costa oriental de EE. UU.). El granito de esta cantera se ha datado recientemente por Robert Wintsch, de la Universidad de Indiana, y colaboradores, mediante el método de uranio-plomo de datación radiométrica, con una edad de 360 millones de años (Devónico Superior), mucho más joven de lo que se estimaba con anterioridad. Los resultados, metodología e implicaciones geológicas de su investigación se publicaron en la revista Journal of  Structural Geology 69, año 2014
   Peñas del Tesoro (Los Barruecos, Malpartida de Cáceres, España), dos grandes bloques de granito que "casi" se apoyan el uno en el otro. En realidad están separados por una rotura o diaclasa vertical. Se aprecian también diaclasas horizontales y otras de trayectoria curvilínea. La morfología de estas rocas está fuertemente controlada por los sistemas de rotura o fracturación, vías preferenciales por las que progresa la meteorización hacia el interior del cuerpo rocoso (foto: Joaquín del Val)

En diferentes áreas y sobre distintos tipos de rocas y contextos geológicos y geomorfológicos aparecen formas muy llamativas en grandes "pedruscos", más o menos aislados o individualizados. En ocasiones parecen estar en un equilibrio precario o sumamente inestable. Hay muchos ejemplos, algunos espectaculares, en prácticamente todo el planeta. Diferentes artistas no han querido permanecer ajenos a este mundo de lo (en apariencia) inestable: 
Rock on Top of Another Rock (Roca en lo alto de otra roca), instalación del dúo de artistas suizos Peter Fischli (1952) y David Weiss (1946-2012) en los jardines de Kensington, Londres (año 2013). La obra fue un encargo de la galería de arte Serpentine. Estos artistas han buscado siempre transformar lugares comunes y proporcionar una nueva mirada sobre ellos. En este caso, nos hablan de la precariedad, de la estabilidad y la inestabilidad, de la construcción y de la destrucción; la obra es también una exploración sobre la historia de las piedras y las rocas en el arte (foto de Matthew Lloyd, vía Zimbio)   
Esto es Kummakivi ("roca extraña", en finés). La piedra superior es un bloque errático transportado por un glaciar. La inferior, que muestra estrías glaciares (por rozamiento de las partículas acarreadas en la base del glaciar), representa una parte del lecho rocoso sobre el que se movió la masa de hielo durante el Cuaternario (probablemente al final del último período glacial, entre hace 12.000 y 20.000 años). Este enclave, protegido, se localiza en el municipio de Ruokolahti, en el sureste de Finlandia (foto vía Visitfinland, sitio web oficial de turismo de Finlandia)

Además de la indudable atracción turística y paisajística que ofrecen estas rocas que parecen a punto de caer (ver, por ejemplo, esta entrada de Weather; o esta otra en Amusing Planet), también proporcionan una valiosa información geológica (son muy buenos afloramientos) y de la evolución geomorfológica del área. Y  se han encontrado otras aplicaciones de gran interés científico y social: como criterio para comprobar y corregir modelos de peligrosidad sísmica

En efecto, se ha constatado que en áreas de importante actividad sísmica, o incluso muy cerca de fallas activas, estas rocas en equilibrio precario han resistido en ocasiones, sin caerse, decenas de miles años, en contradicción con las aceleraciones y velocidades del suelo esperadas según análisis de peligrosidad sísmica, que habrían provocado con seguridad el vuelco de estas rocas. Son, no obstante, investigaciones complejas, ya que se necesita (entre otros datos) conocer la edad desde que la piedra o piedras están aflorando, para lo cual hay que utilizar sistemas de datación cosmogénica, un método que permite conocer el tiempo de exposición al aire libre de las rocas y que es de gran utilidad, por tanto, para diferentes tipos de estudios de evolución geomorfológica de la superficie terrestre. Los primeros trabajos sobre sismicidad y bloques en equilibrio precario se iniciaron en EE. UU. en la sierra de Yucca (Nevada), al comienzo de la década de 1990. Los precursores de esta línea, a la que se han ido incorporando diferentes grupos de investigación, fueron James Brune (Laboratorio de Sismología de la Universidad de Nevada-Reno) y John Whitney (Servicio Geológico de Estados Unidos, USGS). 

Más allá de la inestabilidad, el camino de la ingravidez en época reciente lo inició el pintor belga René Magritte (1898-1967), un camino por el que han seguido transitando otros artistas hasta hoy. Recordemos algunos cuadros de Magritte, como El castillo de los Pirineos, La batalla del Argonne o La flecha de Zenón : sus protagonistas son enormes pedruscos flotando en el aire. 

A veces no se sabe si esas piedras flotan o van a caer sobre nosotros, como un meteorito. El argentino Eduardo Tomás Basualdo (Buenos Aires, 1977) participó en la exposición El estado del cielo, celebrada en París en 2014, en la que se pretendía abordar la forma en la que artistas, poetas y filósofos ven y reflexionan sobre el mundo en que vivimos. Sobre la obra que presentó, Basualdo dijo: "Vuelvo a la noción de hombre en el centro del universo como un ojo lúcido, capaz de ver todo, pero incapaz de comprender o cambiar nada. En mi trabajo, el hombre siempre aparece como una víctima de circunstancias abrumadoras".  

Este meteorito (metafórico) que amenaza al espectador y que ojalá se quede siempre suspendido, pura ingravidez: 
    Teoría (la cabeza de Goliath), de Eduardo T. Basualdo, durante su exposición en el Palacio de Tokio de París (Francia), en 2014. Aluminio negro, hierro, cadenas y cuerda, 6 x 4 x 3 m (foto vía Terremoto.mx) 


Comentario final: A partir de octubre pasado empecé a publicar una entrada cada dos meses (hasta entonces lo hacía con periodicidad mensual). Seguiré con este ritmo, si nada me obliga a cambiarlo. Así canso menos a los esforzados lectores y canso menos, también, al autor del blog. Hasta el próximo abril, entonces. 


   

              






Grandes pedruscos: del equilibrio a la ingravidez