sábado, 6 de octubre de 2018

De los acantilados de Yorkshire a la caldera del Pululahua

EL PIGMENTO QUE SURGIÓ DEL FRÍO

Estamos en la costa oriental inglesa, en el condado de York. El relieve muestra una llanura, suavemente ondulada, que se interrumpe en un acantilado de borde sinuoso, como si tuviera mordeduras semicirculares. En tierra dominan los colores verde y pardo de los cultivos; pero a su pie, tocando el mar, aparecen unas manchas blancas que dan pistas sobre el material que aflora en la base: es creta, una roca calcárea formada por restos fósiles de equinodermos, esponjas, algas microscópicas y foraminíferos. Y que es el origen del término Cretácico, el periodo comprendido entre hace 66 y 145 millones de años. 
  Vista aérea de los acantilados de Flamborough, en el condado de York (foto vía yorkshire.com)

En este lugar promovió y desarrolló un proyecto artístico la británica Anna Kirk-Smith, titulado Aquí en el infinito (On the endless here). Ella y otros cinco artistas, con la colaboración y ayuda de varios geólogos de una sociedad educativa no gubernamental, la Sociedad Geológica Hull, decidieron en este espacio, en la línea de costa, llevar a cabo su trabajo. Las visitas de campo y el diálogo entre ambos grupos fueron las claves del proyecto, lo que les permitió a todos reexaminar sus prácticas y la manera de ver el mundo desde este trozo de franja litoral.

La artista cuenta que su objetivo es convertir hechos en obras de arte para ofrecer al espectador un abanico de caminos que pasan por lo emotivo, lo político o, simplemente, por despertar la curiosidad. Esta imagen sirve como muestra del trabajo que realizó:
Pigmentos de Flamborough (recogida de muestras del Cretácico y del Cuaternario para fabricar colores). Obra de Anna Kirk-Smith en el proyecto "Aquí en el infinito" (2014) 

En ella, Kirk-Smith refleja dos de sus principales temas de interés: la naturaleza y su afición a recoger materiales que le sirven para elaborar sus propios pigmentos y experimentar con ellos. Y pudo comprobar, por ejemplo, la asociación que aparecía entre los tonos de los distintos colores y la edad de los materiales de donde procedían las muestras. 

En la fotografía se ve la roca, la Formación Creta de Flamborough. Pero, ¿dónde está el Cuaternario? La creta está cubierta por depósitos glaciares cuaternarios. Muy cerca de este punto se han identificado tres unidades de sedimentos que se corresponden con el último máximo glacial del Cuaternario, las dos más antiguas datadas en unos 20.000 años. Incluso existe otro depósito glaciar, anterior a los de este episodio, de unos 37.000 años de antigüedad. Uno de los criterios tradicionalmente usados para diferenciar estas unidades, además de la composición de los minerales pesados que contienen, la distribución del tamaño de partículas o el porcentaje de carbonato cálcico, ha sido precisamente el color de las mismas. 

Un buen lugar para entender mejor el glaciarismo en el Cuaternario reciente y para recordar que los pigmentos, a veces, también llegan del frío. 

UN HEXÁGONO EN EL PULULAHUA 

Ahora nos encontramos a unos 20 kilómetros al norte de Quito, en la Cordillera Occidental de los Andes. En concreto en uno de los centros de emisión volcánica recientes que abundan en la región: la caldera del Pululahua. La formación de esta caldera, en forma de herradura, es uno de los variados episodios asociados a este volcán que han ocurrido en los últimos 12.000 años (es decir, desde el comienzo del Holoceno). La caldera, resultado del colapso del edificio volcánico preexistente, se creó hace unos 2.600 años durante una secuencia de grandes erupciones explosivas que ocurrieron durante un corto periodo de tiempo, de apenas 100 o 120 años. 

      Vista parcial de la caldera del Pululahua y de su pared oriental (derecha). Unos misteriosos cerros surgen desde su fondo (foto: Joaquín del Val)

Pero poco después de las erupciones explosivas, desde el fondo de la caldera el volcán comenzó a arrojar nuevos productos: ahora fueron lavas viscosas, que difícilmente fluyen, con lo que tienden a apilarse alrededor de la zona de emisión y que, en vez de los ríos de lava de composición basáltica (como los que se producen en Hawái), acaban formando domos o montículos. Así se creó ese grupo de cerros que aparece en la foto de arriba. Tales relieves se construyeron, además, en un brevísimo lapso de tiempo, de solo unos doscientos años. En la composición del magma que arrojó estas últimas lavas, relativamente rico en sílice, está la clave del origen de este domo volcánico. 
       
El Pululahua no ha tenido ninguna actividad volcánica importante desde hace unos 2.200 años. Pero en marzo de este año 2018 apareció esto: 
   Una lámina de oro en el Pululahua

En realidad esta lámina dejada aquí forma parte del proyecto artístico de Gema Álava (Madrid, 1973) titulado Hexágonos. Con ellos va marcando puntos que considera estratégicos en lo que se refiere a la concentración de talento artístico y cultura, que en este caso lo hizo coincidir con la II Cumbre Mundial de las Artes por la Paz y por la Vida, celebrada en Ecuador. Su geometría hexagonal remite a las celdas de los panales de abejas. "Artistas y científicos corremos el mismo peligro que las abejas [...]. Cuando al artista, al científico y a la abeja no se les permite polinizar ya sea por ignorancia, falta de atención o premeditación— sus panales y néctar de conocimiento caen al suelo", explica la artista. Que acaba recordando que nuestro futuro exige que aprendamos a caminar entre hexágonos. 

A lo largo de su trayectoria, Gema Álava ha usado con frecuencia materiales frágiles y pequeños con los que formula cuestiones de calado en muy diversos ámbitos, moviéndose siempre en un territorio próximo al de la ambigüedad, lo que permite al espectador su propio espacio de interpretación. Como estos hexágonos, que tal vez sean alegoría del enfrentamiento entre la organización del cosmos y las construcciones humanas: 
Hexágonos: constelación (año 2018), de Gema Álava. Láminas de oro de 24 quilates, pigmento, acuarela, grafito y lápices de colores Faber-Castell sobre un plano de aeropuerto, pegado en bastidor de lino. Imagen: Maus Contemporary (Birmingham, Alabama)

Seguro que, con este proyecto en marcha, vendrán otras metáforas nuevas. Tal vez en los acantilados de Yorkshire o, más cerca de donde escribo, en la sierra gaditana del Endrinal. En geologías de aquí o de más allá. 

IMPORTANTE: MENSAJE DE DESPEDIDA

Esta es la entrada número veintiuno del blog. Y también la última. Desde marzo de 2016, cuando empecé, han pasado ya dos años y medio. Un tiempo suficiente para iniciar nuevos proyectos, o buscar nuevos formatos, que sigan indagando en las conexiones entre arte y geología. Hasta pronto. Mientras, sean felices (con moderación).   


  

     
  

  

3 comentarios:

  1. Que pena no poder disfrutar mas de este blog, le echaré en falta.
    Ha sido un verdadero placer leer sus artículos y le deseo lo mejor en su nueva aventura.
    Un saludo sincero

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  2. Muchas gracias David. Otro saludo muy cordial.

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